Autoaceptación: por qué y cómo aceptarse a uno mismo

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¿Cuál es tu nivel de autoestima? La autoaceptación es un pilar básico para sentirte bien contigo mismo. Averigua cómo conseguir aceptarse a uno mismo.

¿Te aceptas tal como eres? ¿O hay aspectos que no te gustan, te preocupan o avergüenzan? La autoaceptación es un pilar básico para un amor propio y una autoestima sana. Veamos por qué es tan importante aceptarse a uno mismo, qué implica y cómo conseguirlo.

Qué significa autoaceptación

Autoaceptación es tomarte tal como eres. Es una afirmación profunda y global de ti mismo. Aceptarte a ti mismo significa abrazar todas tus facetas, tanto fortalezas como flaquezas y limitaciones de una manera incondicional y libre de reservas.

En palabras del creador de la Terapia racional emotiva, Albert Ellis: “Autoaceptación quiere decir que la persona se acepta a sí­­ misma plenamente y sin condiciones, tanto si se comporta como si no se comporta inteligente, correcta o competentemente, y tanto si los demás le conceden como si no su aprobación, su respeto y su amor”.

El terapeuta Russell Grieger lo define de este modo: “Aceptas que, como humano falible, eres menos que perfecto. Rendirás bien a menudo pero también te equivocarás a veces. Te aceptas siempre e incondicionalmente sin juicio.”

Por tanto la autoaceptación requiere comprender que no eres tus acciones y cualidades. Requiere aceptar que tus acciones, errores y debilidades no te definen. Aceptarse a uno mismo también significa tomarte tal como eres independientemente de tus logros o la aprobación de otros. Significa mostrar autocompasión, vayan las cosas bien o mal.

Sin embargo, todo esto no quiere decir que te resignes. No quiere decir que no puedas desarrollarte, potenciando tus fortalezas, reduciendo tus debilidades o mejorando tu inteligencia emocional y habilidades blandas y sociales. Autoaceptación significa hacerlo desde un lugar sano y autocompasivo, en vez de partir de una constante insatisfacción de creer que no eres o no haces lo bastante.

Los efectos de baja autoaceptación

No aceptarte a ti mismo o solo hacerlo de forma condicional, es decir cuando te van bien las cosas, perjudica tu bienestar psicológico. Puede que no te guste tu aspecto, tu carácter o personalidad. Tal vez seas muy crí­­tico contigo mismo. Incluso puede que te gustarí­a ser diferente. Te cuesta aceptar tus debilidades o los fracasos. O tiendes a tener una actitud negativa. Todo ello perjudica tu amor propio y tu autoestima.

Es algo aprendemos desde pequeños. ¿Cómo te demostraban tus padres su amor? ¿Sentí­­as que te querían más si te portabas bien o traí­­as buenas notas a casa? ¿Cómo se comportaban tus hermanos, familiares o profesores contigo? ¿Sentí­­as desaprobación y crí­­tica constante? Todo es influye en la imagen que desarrollamos de nosotros mismos y cómo de crí­­ticos somos con nosotros. Reflexiona si vas arrastrando creencias y patrones de comportamientos que perjudican tu bienestar psicológico y emocional.

Señales de una buena autoaceptación

En general te sientes bien en tu piel. Aceptarse a uno mismo significa ser más compasivo consigo mismo pero también con otros. La autoaceptación lleva a una mejor autoestima y a vivir de forma auténtica, preocupándote menos por la opinión de los demás y comparándote menos con ellos.

Por ello, te sentirás más ligero, libre y autónomo. También tendrás menos miedo al fracaso y serás más valiente. Asimismo te sentirás más estable emocionalmente, experimentando más emociones positivas. Por último, autoaceptación incondicional también lleva una mayor aceptación de otros.

Cómo mejorar tu autoaceptación

Una vez vistos los efectos de una falta de autoaceptación y los beneficios de aceptarnos a nosotros mismos, veamos cómo conseguir aceptarse a uno mismo.

1. Perdónate a ti mismo

Primero de todo, sé compasivo contigo mismo y perdónate. Reconoce que no puedes cambiar el pasado. Ya no puedes corregir los errores cometidos o fracasos experimentados. Comprende y acepta que lo hiciste lo mejor que pudiste entonces con los conocimientos y herramientas que tení­­as.

Por tanto, responsabilí­­zate de tus errores pasados pero no te machaques por ellos. Solo puedes actuar aquí­­ y ahora. Solamente puedes cambiar tus comportamientos, hábitos y acciones en el momento presente para intentar no repetir los mismos errores. Así­­ que recuérdate que lo hiciste lo mejor que supiste y pudiste, y perdónate.

2. Reconoce y acepta tus emociones

Nuestra mente intenta proteger nuestra integridad y protegernos de posibles daños fí­­sicos y psicológicos. Por eso tendemos a evitar las emociones negativas. Sin embargo, obviarlas no nos ayuda a resolver el problema o la preocupación de fondo.

Cuando exploras partes de ti mismo que te cuesta aceptar, experimentarás emociones que no te gustan. Pero intenta no ignorarlos sino prestarles atención. Son buenas señales de que has tocado una herida por curar. Intenta observar lo que sientes como si fueras un espectador, con objetividad, curiosidad y cierto desapego. Tal vez te ayude a imaginarte que eres un buen amigo. ¿Cómo le tratarí­­as y escucharí­­as? ¿Qué puedes aprender de esas emociones y sentimientos?

Tampoco menosprecies las emociones positivas que puedas experimentar. No les quites valor y aprécialas. Apréciate a ti mismo por todo lo que has aprendido a lo largo de tu vida y las adversidades que has conseguido superar. Acepta que, junto con las cosas malas que te hayan sucedido, también habrán ocurrido cosas buenas, y agradécelas.

3. Tus actos no te definen

Para aceptarte a ti mismo es importante reconocer que tus actos, logros y fracasos no te definen como persona. Que no se te dé bien cierta cosa, no te convierte en inútil. Tomar una mala acción no te convierte en mala persona. Solo eres una persona que ha actuado mal.

Somos mucho más que nuestros actos, emociones, nuestro trabajo y los diferentes roles (madre, padre, hijo, pareja… que tenemos en nuestra vida.

4. No tienes que ser perfecto

Es más, nadie es perfecto ni tiene que intentar serlo. Aspirar a la perfección nos pone bajo una presión poco saludable. Nos impone unos estándares inalcanzables. Todos tenemos nuestra flaquezas y no hay nada malo en ello. Una cosa es aspirar a la excelencia o la maestrí­­a en cierto campo. Otra cosa es intentar ser perfecto.

Lo que nos hace especiales son precisamente las diferencias entre las personas: carácter, rasgos de personalidad, habilidades, fortalezas y debilidades, experiencias, visión del mundo y rasgos fí­­sicos. Intentar encajarlo todo en un molde de lo que se supone que es perfecto es irrealista.

Pensándolo bien ¿no serí­­a además aburrido? Para que la perfección fuera algo alcanzable tendrí­­a que ser un estándar medible. Para amoldarnos a ese estándar tendrí­amos que ser todos iguales. ¿No crees que eso le quitarí­­a toda la chispa?

5. Deja de buscar aprobación

Otro paso clave en el proceso de autoaceptación es darte cuenta hasta qué punto sueles buscar la aprobación de los demás. ¿Cuánto te preocupa lo que piensan los demás de ti? ¿Hasta qué punto te preocupa complacer a los demás?

Hacer las cosas bien solo para caer bien a otros y complacerlos; actuar intentando no contrariar a nadie; o asegurarte de que tu aspecto, tu comportamiento o tus actos gusten a los demás. Todo esto es agotador. Querer caer bien a todo el mundo es la mejor forma de perderte a ti mismo por el camino y volverte infeliz.

Ante quién deberí­­as justificar tus actos es ante ti mismo. Cómo actúas y te comportas ¿te gusta a ti mismo? ¿Estás siendo auténtico y actúas de acuerdo a tus valores y prioridades?

6. Deja de compararte

En relación con el punto anterior, compararte constantemente con los demás también es agotador y perjudica tu autoestima y autoconfianza. Con ello pones el foco de atención en el sitio equivocado. En vez de centrarte en ti mismo, en tus experiencias y virtudes, te preocupas más por las cualidades que crees que tienen otros.

Sin embargo, la única comparación válida es entre quién eras, quién eres y quién aspiras a ser.

7. Presta atención plena

Para aprender a aceptarte a ti mismo, hace falta prestar atención plena a tus pensamientos y sentimientos. Así­­ podrás tomar consciencia de tu diálogo interno. Los pensamientos negativos y autocríticos a menudo ocurren de forma automática en nuestro subconsciente. Por eso, si no prestamos atención puede que ni nos demos cuenta de cuándo nos descalificamos y censuramos.

Intenta prestar atención plena a lo que ronda por tu cabeza. ¿Qué pensamientos te resultan incómodos? ¿Hay aspectos de tu vida que te preocupan, te ponen ansioso o te avergüenzan? ¿Qué pensamientos sueles evitar?

No es un ejercicio fácil porque por algo solemos intentar evitar esos pensamientos. Pero pueden arrojar mucha luz sobre cosas que te pesan y que te cuesta aceptar. Puede ser de ayuda tomarte tiempo cada día para poner por escrito esos pensamientos y emociones. Pero recuerda hacerlo con autocompasión y sin juzgarte. Se trata de ir tomando más consciencia de patrones de comportamiento y pensamiento que bloquean, limitan, dañan y preocupan.

8. Practica la gratitud

Sentirse agradecido incrementa las emociones y los pensamientos positivos. Practicar la gratitud te abre los ojos a todo lo bueno de ti mismo, de tu vida y de lo que te ocurre. Cuanto más agradecido te sientas, menos necesidad sentirás de buscar la comparación con otros o la aprobación de otros.

9. Autoaceptación y desarrollo personal no están reñidos

Aprender a aceptarse a uno mismo de forma incondicional no significa que te tengan que gustar todas tus flaquezas. No quiere decir que debas resignarte y estancarte en quién eres y cómo te comportas.

Pero no es lo mismo intentar mejorarte constantemente por no aceptarte que aprender de tus errores y desarrollarte para enfrentarte mejor a lo que te depara la vida. El quid de la cuestión es aceptarte tal como eres, incluidos los aspectos que te puedan gustar menos. Tomar consciencia de tus flaquezas y aceptarlas es el primer paso para decidir si quieres trabajar en alguna de ellas.

Por tanto, autoaceptación no significa que no puedas desarrollar tus habilidades sociales, blandas y técnicas y tus conocimientos con el afán de enfrentarte mejor a los desafí­os de la vida, mejorar tus relaciones o lograr los objetivos que te pongas.

¿Te aceptas a ti mismo?

¿Cuál crees que es tu nivel de autoaceptación? ¿Hay aspectos de ti mismo que te cuesta aceptar? ¿Crees que trabajar tu autoaceptación te podrí­a quitar cierto peso de encima?

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Imagen de Matthias Cooper en Pixabay

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