Conocer tus prioridades, es decir, lo que realmente te importa a ti de corazón, te ayuda a tener una vida más plena. Sentirte insatisfecho con tu vida o tender a actuar de forma autodestructiva, son buenas señales de que algo no cuadra. Puede que no tengas claras tus prioridades. Puede que sí, pero que tus acciones no estén alineadas. O tal vez tus prioridades estén confundidas.
Repasemos los diferentes casos y sus señales para que puedas darle más sentido a tu vida y sentirte más a gusto.
Señales de no tener claras tus prioridades
Una señal de no tener claro cuáles son tus prioridades es sentirte perdido o sin control sobre lo que pasa. La vida es algo que pasa a tu alrededor y pareces un mero espectador. Reaccionas a lo que sucede en vez de decidir activa y proactivamente a influir en los acontecimientos. Probablemente languideces y procrastinas.
También puede que te sientas abrumado por trabajo, obligaciones laborales y familiares, recados y quehaceres varios. Pero, a pesar de hacer un montón de cosas, no tienes una sensación de logro y satisfacción al final del día.
Es posible que se deba a que vivas en ambigüedad con tus valores fundamentales. Es decir, que no te has parado a pensar qué es lo que más te importa para establecer tus prioridades a partir de ahí.
Tus prioridades y acciones no están alineadas
Puede que crees que sí conoces tus prioridades. Sin embargo tus acciones no demuestran qué es lo que se supone que es más importante para ti. Tal vez creas que tu bienestar y salud son importantes pero no consigues tomarte tiempo suficiente para cuidarte.
O puede que consideres a tu familia lo más importante. Sin embargo, a la hora de la verdad ¿cómo se lo demuestras? ¿Pasas tiempo de calidad con ella? Otro ejemplo puede ser el desarrollo personal. Tal vez digas que quieres ser buen profesional o crecer como persona. Pero luego no encuentras tiempo para aprender cosas nuevas y desarrollar tus habilidades.
Como estos tres, hay mucho más ejemplos de lo que decimos que es importante para nosotros y lo que luego realmente hacemos. El resultado suele ser sentirte insatisfecho, que no haces lo suficiente o que no te da la vida para todo.
Señales de prioridades confundidas
Sin embargo, peor que los anteriores puntos es concentrarte en prioridades confundidas. Por más que alcances objetivos alineados con estas prioridades y enfoques tu vida hacia ellas no te terminan de hacer feliz. Sientes cierto vacío e insatisfacción constante.
Las prioridades confundidas perjudican tu autoconfianza y bienestar. Todo ello puede derivar en problemas mentales como ansiedad o depresión. Te puede causar un estrés constante y llevarte a comportamientos adictivos. Una mala relación con el dinero también puede ser un indicativo.
Ejemplos de prioridades confundidas
Pero ¿cómo detectar las prioridades confundidas? Por un lado se reconocen por aspiraciones basadas en las apariencias y en cosas superficiales y materiales. Por otro lado en dejarse imponer prioridades por otros y aspirar a lo que otros te dicen que es importante.
Prioridades superficiales
Las prioridades basadas en cosas materiales y superficiales pueden ser: darle mucha importancia al aspecto físico, al dinero y a símbolos de status, a la fama o al poder, por ejemplo.
El problema de esas prioridades es que sientes que nunca tienes suficiente. El éxito siempre te sabrá a poco. Además, se ha demostrado en estudios científicos que la gratificación que nos proporciona la adquisición de bienes materiales dura muy poco.
Prioridades impuestas por otros
Sea porque te importa mucho lo que otros piensan de ti, porque no te atreves a ser asertivo o por no tener claro lo que quieres. Pero vivir de acuerdo a lo que otros te dicen que es importante te hará infeliz.
Tal vez nunca te hayas tomado el tiempo de averiguar lo que realmente quieres tú. Pero una cosa es buscar inspiración en el exterior. Otra cosa es tomar lo que la sociedad o tu entorno parecen decir que es prioritario como la verdad única.
Todos somos únicos y, por tanto, las prioridades no pueden ser universales. Es decir que lo que es muy importante para una persona no tiene por qué serlo para otra. Vivir en incongruencia con tus valores fundamentales, es decir con lo que más te importa, causa estrés, insatisfacción y una sensación de falta de control y rumbo.
Cómo averiguar tus prioridades
Hemos visto que conocer tus propias prioridades es clave para ser más feliz, tener más autoconfianza y autoestima así como ser productivo y sentirte satisfecho. Pero ¿cómo averiguar cuáles son tus prioridades?
En primer lugar, requiere conocerte a ti mismo. ¿Qué es lo que realmente deseas? ¿Qué valoras? ¿A qué aspiras? ¿Cuál es tu propósito de tu vida? Una vez lo tengas claro piensa cómo deberías orientar tu vida y a qué deberías dedicar tu tiempo para que tus acciones reflejen lo que es importante para ti.
Si te viene a la mente alguna prioridad de las que he puesto como ejemplo de superficiales, pregúntate qué hay realmente detrás de esa aspiración. Lo más probable es que sea sentirte más querido, apreciado, respetado o seguro. Si es así, una de tus prioridades tal vez deba ser el desarrollo personal o profesional. En caso del desarrollo personal podría tratarse de trabajar tu amor propio, tu autoaceptación o tu inteligencia emocional. En lo que a desarrollo profesional se refiere, podría ser cuestión de ampliar tus conocimientos y capacidades en tu campo para tener mejores oportunidades laborales.
Por qué nos perdemos en lo menos prioritario
Aunque tengamos claras nuestras prioridades, a veces nos cuesta dedicarles el debido tiempo. Nos perdemos en cosas menos prioritarias.
Urgencia, dificultad y novedad
Una razón para ello puede ser que lo menos prioritario suele ser más urgente. Dedicas tus esfuerzos a lo que llama tu atención, perdiendo de vista lo que es más beneficioso a largo plazo.
Otra razón puede ser que lo prioritario parezca más difícil. Requiere más esfuerzo por lo que resulta más cómodo procrastinar y dedicarnos a cosas menos prioritarias. Esas cosas menos importantes pueden ser más fáciles de terminar y con ello darnos cierta sensación de logro y gratificación inmediatos. Las cosas más prioritarias a menudo no traen resultados inmediatos de cuyos logros disfrutar.
Además, las cosas menos prioritarias pueden parecernos más excitantes y nuevos. Perseverar día tras día con lo más prioritario puede ser duro. Entonces, si aparece algo nuevo, puede que nuestra atención se sienta atraída.
Opiniones y demandas de otros
También puede que te sientas empujado a dedicarte a cosas menos prioritarias. Las opiniones y los consejos de otros o las indicaciones de tu jefe pueden hacerte dudar sobre tus prioridades. Conviene ser flexible y saber adaptarse a las demandas que pueden surgir así como tener la mente abierta a puntos de vista diferentes. Pero no por eso deberíamos perder de vista qué es lo más importante para nosotros mismos.
La vida sucede
Recuerda la frase: “La vida es lo que sucede mientras estás ocupado haciendo planes.” Emergencias familiares, urgencias e imprevistos pueden requerir de nuestra atención y dedicación y desbaratar los planes que teníamos. La cuestión es que no nos perdamos en el laberinto de lo inmediato y no olvidemos nuestras prioridades. Una vez ‘apagado el incendio’, recuerda tus prioridades y vuelve a dedicarles tu atención.
Tú evolucionas y tus prioridades también
Por último, ten en cuenta que las prioridades evolucionan igual que tú evolucionas como persona. Tus prioridades no serán las mismas como adolescente joven, adulto joven o adulto más maduro. Por eso conviene revisar tus prioridades de vez en cuando y preguntarte de nuevo qué es lo que realmente te importa más.
¿Tienes las prioridades confundidas o poco claras?
¿Crees que tienes claras tus prioridades? ¿Son lo que realmente te importa a ti? ¿O te has dejado influir por lo que la sociedad o tu entorno parecen pedir?
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