Se supone que no queremos sufrir estrés, que queremos evitar el estrés negativo. Pero puede que estés atrapado en una espiral en la que ya no te das cuenta de que estás estresado. Llevas tanto tiempo estresado que te has acostumbrado, que crees que las cosas son así. Veamos las señales de que puede que te hayas vuelto adicto al estrés y cómo salir del círculo vicioso.
Por qué te puedes volver adicto al estrés
El estrés es una respuesta fisiológica que nos prepara para esfuerzos y nos advierte ante amenazas. Nuestro cuerpo segrega adrenalina y cortisol en situaciones de peligro o amenaza para prepararnos para la lucha o la huida.
El problema de esa ayuda evolutiva es que hoy en día nos enfrentamos a menos peligros para nuestra integridad física. Nos solemos enfrentar más bien a situaciones de estrés mental. Además nuestro cuerpo no está preparado para aguantar altos niveles de adrenalina y cortisol durante un tiempo prolongado.
Pero el estrés crónico lleva a una producción constante de estas sustancias. Además de los efectos sobre nuestra salud nos acostumbramos a los efectos de la adrenalina y del cortisol y necesitamos más y más como si de una droga se tratase.
Cuáles son las señales de que puedes ser adicto al estrés
Hay una serie de comportamientos y actitudes que te pueden dar pistas sobre si tal vez estás enganchado al estrés y a la adrenalina que lo acompaña.
1. Te sientes culpable cuando intentas relajarte
Cuando intentas relajarte te sientes culpable pensando que deberías estar haciendo algo productivo. Realmente te cuesta no hacer nada y simplemente disfrutar de tu tiempo libre.
2. Te cuesta ponerte en modo vacaciones
Cuando tomas días libres te lleva unos días sentir que estás de vacaciones, desconectar y relajarte.
3. Te pasas las vacaciones pensando en el trabajo
Aunque estés de vacaciones sigues pensando, al menos parte de ellas, en el trabajo. Piensas en lo que ha quedado pendiente, en lo que te espera a la vuelta. Te preocupa si marchará todo en tu ausencia.
4. Persigues el subidón
Aunque te cueste admitirlo te encantan los momentos estresantes del día. Por eso buscas ese subidón de estrés en el trabajo o en actividades emocionantes.
5. Te pones plazos arbitrarios
Cuando se trata de poner plazos a proyectos te fijas fechas límite ajustados aunque no haga falta. Te pones bajo presión fijando plazos difíciles o imposibles de cumplir.
6. Te pone la presión del último minuto
Tiendes a dejar las cosas para el último minuto. Te sientes a tope con los plazos ajustados.
7. Sobrecargas tu agenda
No das abasto de tantas responsabilidades y tareas. Pero si no lo haces tú quién lo hará. Por eso tu agenda suele estar llena de reuniones y compromisos. Tiendes a asumir demasiada carga y llenar tu lista de más tareas que puedes hacer.
8. Nunca parece haber suficiente tiempo para hacerlo todo
Estás constantemente corriendo de una cosa a otra. Vas con prisa a todas partes porque tienes tanto que hacer. Igual hasta crees que no tienes tiempo para parar a comer.
9. No tienes tiempo libre
Como te sobrecargas de trabajo, compromisos y tareas parece que no tienes tiempo libre. Por eso te falta tiempo para quedar con tus amigos o dedicarlo a pasatiempos que te divierten.
10. No sabes estar sin hacer nada
Te aburres fácilmente cuando parece que no tienes nada que hacer. No sabes simplemente estar y no hacer nada. También te resulta incómodo tener que esperar a alguien. Tener que hacer cola para alguna gestión te parece una pérdida de tiempo y te irrita.
11. Estás irritado a menudo
Te molestas fácilmente por ciertas situaciones o comportamientos de otras personas. Te saca de quicio cuando las cosas no son como te gustaría. Crees que estar liado y bajo presión es parte de tu forma de ser. Por eso pones el estrés como excusa cuando te enfadas o frustras.
12. Tiendes a atraer el drama
Cuando quieres desconectar o tomarte tiempo libre surge algo. Te sientes víctima de las circunstancias y de los que te rodean. Sientes que te debes encargar de todo si quieres que se hagan las cosas. O bien crees que los demás no saben hacer las cosas bien.
Parece que siempre te surge algún problema. Pero tal vez no seas la víctima sino el causante. Como vas tan acelerado por la vida creas situaciones tensas con otras personas; discusiones con tu pareja, familia o compañeros de trabajo, cotilleos con compañeros o amigos.
13. Te quejas mucho
Te encanta contar a otros lo liado que estás, lo dura que es tu vida. Por eso te quejas sobre tu trabajo, tu familia o la vida en general. Te cuesta ver los aspectos positivos. Crees que tu vida es más dura que la de los demás.
14. Crees que la recompensa será mayor si ahora sufres
Vives para el futuro cuando todo será mejor. Crees que trabajar duro ahora, incluso a expensas de tu felicidad, traerá mayores recompensas más adelante. No sabes disfrutar del presente y de lo que ya has conseguido. Crees que vale la pena machacarte y sufrir ahora para ser feliz más adelante.
15. Tus relaciones sufren
Te falta tiempo para cuidar tus relaciones personales, para pasar tiempo con tus seres queridos. Y cuando tienes tiempo igual estás irritado. En vez de disfrutar del rato con tus amigos o familia te estás quejando de tu situación, de tus problemas, de por qué las cosas no son como quieres.
16. No recuerdas lo que te hace feliz
Llevas tanto tiempo en la rueda de hámster que se te ha olvidado qué te apasiona, qué te gusta y qué te hace feliz. Recordando el punto 10, por eso te aburres cuando tienes tiempo libre porque no sabes qué hacer contigo mismo. Incluso cuando estés en una actividad de ocio mentalmente no estás presente sino ya pensando en qué va a ocurrir o qué vas a hacer a continuación.
17. Te preocupa poder estarte perdiendo algo
Sufres del síndrome FOMO, el miedo a perderte algo. Por eso estás enganchado al móvil y a las redes sociales o sobrecargas tu agenda con eventos a los que asistir. Te estresa tener el móvil, ordenador o correo eléctronico desconectado. Con la excusa de que se van a acumular muchos correos, incluso los consultas en tus días libres.
18. Te cuesta desconectar por la noche
Te resulta difícil conciliar el sueño por todas las cosas que te rondan por la mente. Das vueltas a todo lo que tienes que hacer, a lo que ha salido mal en el trabajo, a tus preocupaciones.
19. Terminas las frases de otros
Como estás tan liado eres impaciente en las conversaciones con otros. Por eso tiendes a terminar las frases de otros o al menos tienes ganas de hacerlo. Como estás pendiente de terminar la frase del otro o de lo que quieres contestar puede que causes malentendidos.
20. Te jactas de lo liado que estás
Por último y tal vez la peor señal: te defines y precias por lo ocupado que estás. Te jactas del estrés que tienes como si fuera una competición. Según el círculo en el que te mueves, puede que tus conversaciones giran en torno a quién está más liado y estresado como si fuera un concurso de quién da más.
Como salir de la adicción al estrés
¿Te has reconocido en alguno de los síntomas? Bien, porque el primero paso para mejorar siempre es tomar conciencia.
Por eso sugiero que a partir de ahora estés más atento a cómo te comportas a lo largo del día. Cuando te atrapas en ese estado de «qué liado estoy» para un momento. Respira tranquilamente. Mira a tu alrededor y absorbe lo que te rodea. Luego evalúa qué estás haciendo y por qué lo estás haciendo.
¿Tienes claras tus prioridades?
Reflexiona sobre cuáles son tus prioridades. ¿Qué lugar ocupa tu bienestar? ¿Qué posición ocupan tu felicidad y la diversión? ¿En qué lugar se encuentran tus seres queridos?
Prioriza y planifica tu trabajo
¿Crees que estás demasiado liado para planificar tu trabajo? Pues en realidad estás tan liado porque no te tomas tiempo para valorar cuáles son los asuntos más importantes y planificar las tareas correspondientes. Recuerda que ocupado no es lo mismo que productivo.
Revisa tu agenda
Echa un vistazo a tu agenda con ojo crítico. ¿Cuánto tiempo está reservado para las cosas importantes de tu vida? ¿Qué te aportan realmente los diferentes compromisos? ¿Hay compromisos que has adquirido por miedo a perderte algo? Pregúntate si realmente te interesan y te aportan algo o podrías utilizar ese tiempo mejor.
Si tiendes a sobrecargar tu agenda con obligaciones bloquéate huecos para cuidar de ti. Reserva ventanas de tiempo para descansos, para cuidar de ti, para quedar con amigos, para actividades de ocio o para no hacer nada.
Revisa tus obligaciones
Revisa si tienes demasiadas obligaciones y compromisos. ¿Qué te aporta cada uno de ellos? ¿Realmente son importantes o necesarios? ¿Hay cosas que puedes dejar de hacer o hacer con menos frecuencia?
¿Te cuesta decir “no”?
Considera si parte de tu sobrecarga se debe a que te cuesta decir no a las peticiones. Antes de hacer una promesa o asumir un compromiso piensa en ti, en tu bienestar y en tus prioridades. Aprende a ser asertivo y reclinar peticiones o invitaciones. No te sientas culpable por ponerte en primer lugar. Recuerda que eres la persona más importante de tu vida.
Apaga la voz autocrítica
¿Te sientes culpable cuando no consigues hacer todo lo que te habías propuesto? ¿Tienes mala conciencia si no haces nada? Piensa que esa vocecilla puede deberse a una excesiva exigencia contigo mismo. Si te defines por lo ocupado que estás es lógico que te sientas culpable cuando no hagas nada o hagas cosas que parecen no ser productivas. Pero piensa que el ocio y la diversión también son productivos: ayudan a mejorar tu bienestar, tu felicidad y tus relaciones.
¿Estás evitando algo?
Como dicen Jordi Nadal y Ventura Ruperti en su libro Meditando el management… y la vida: «Cuando uno tiene la sensación de ir a toda velocidad hacia ninguna parte, puede que haya llegado el momento de plantearse muchas cuestiones, algunas de las cuales probablemente resulten dolorosas.»
Por eso pregúntate si te mantienes ocupado para no enfrentarte a miedos y preocupaciones. Mientras estás liado no estarás solo contigo y tu mente. No tienes que pensar y enfrentarte a tus problemas e inquietudes. Pero mientras no nos enfrentamos a nuestros problemas estos seguirán creciendo y causándonos estrés. Por eso te animo a ser honesto contigo mismo. ¿Hay algo que estás evitando resolver? ¿Qué hace falta para solucionar esa preocupación o ese problema?
Aprende a disfrutar del presente y del camino
Cuando vamos acelerados y estresados por la vida nos podemos perder muchas cosas. Prestaremos más atención a los problemas y las cosas negativas. Por eso intenta cada día tomarte varios instantes para realmente absorber tu alrededor.
Dedica un momento a disfrutar del verdor de los árboles, de los rayos del sol, del cantar de los pájaros. Presta atención a las personas que te rodean. Regalale una sonrisa a alguien, dale un abrazo a un ser querido. Hay muchas pequeñas cosas que podemos hacer para salir de la rueda de hámster o tomar consciencia del presente.
En cuanto a tus proyectos y aspiraciones, está muy bien tener objetivos. Pero como ya dijo John Lennon la vida es lo que pasa mientras estás ocupado haciendo planes. Por eso te invito a disfrutar del camino. Celebra los pequeños hitos y sobre todo no te pierdas el presente por tener la mira puesta en el futuro.
Desconecta
Aprende a desconectar del trabajo, del ordenador, del móvil. Si hace falta establece horarios de desconexión en los que no mirarás el móvil. Cuando menos consultes las redes sociales menos necesidad sentirás de comprobarlas. Pruébalo y verás.
Cuídate
Está demostrado que el ejercicio físico ayuda a reducir el nivel de estrés. Por eso te recomiendo que elijas actividades que disfrutes para mover tu cuerpo. Hay un sinfín de actividades físicas para todos los gustos, necesidades y condiciones físicas. Desde un simple paseo a una clase de spinning, desde yoga a Crossfit, desde Pilates a Zumba, desde una excursión a la montaña a la escalada. Si no sabes lo que te gusta vete probando hasta que encuentres algo que te divierte y relaje.
Cuando más estresado y acelerado estés, más difícil te pueden resultar las actividades tranquilas pero más beneficiosas serán. Meditación, yoga, un tranquilo paseo, leer un libro, dibujar, hacer manualidades, darte un masaje son solo algunos ejemplos de actividades tranquilas y relajantes.
¿Eres adicto al estrés?
¿Te has reconocido en algunos de los síntomas? ¿Te has dado cuenta de que tal vez estés atrapado en un círculo vicioso? ¿Qué harás para salir de él y reducir el estrés en tu vida?
Conoce los tipos de estrés laboral y cómo aliviar y prevenir cada uno de ellos.
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