5 tí­picos impulsores que causan estrés

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Varios factores influyen sobre lo que nos estresa. Conoce los tí­picos impulsores que causan estrés y cómo desarmarlos.

A cada uno nos suelen estresar situaciones diferentes. Debido a nuestra personalidad, nuestras creencias y experiencias, lo que a uno no le preocupa a otro le estresa y al revés. Eso se debe a cinco impulsores que nos causan estrés. Veamos de qué se trata,  repasemos cada uno de los impulsores y, por supuesto, cómo puedes aprender a estresarte menos.

Qué son los impulsores que causan estrés

Se trata de motores internos que nos llevan a reaccionar y actuar de cierto modo. Son creencias que hemos convertido en órdenes que nos damos a nosotros mismos. Pueden ser útiles para desarrollar cualidades y habilidades.

El problema surge cuando nos dejamos presionar demasiado por ellos. Cuando no somos conscientes de estos impulsores nos pueden llevar a exigirnos demasiado. Entonces estos impulsores nos roban bastante energí­a y nos causan estrés.

Lo que tienen en común los cinco impulsores que causan estrés es la búsqueda de aceptación, aprecio, reconocimiento y amor. Pero cuando nacen de la inseguridad, de creencias limitantes y de miedos nos pueden llevar a buscar esas sensaciones de la forma equivocada.

Cuáles son los 5 tí­picos impulsores que causan estrés

Básicamente podemos diferenciar cinco impulsores para nuestra forma de actuar a nivel personal y profesional. Todos nos vemos empujados por cualquiera de los cinco en mayor o menor medida.

Repasemos a continuación esos tí­picos impulsores, cómo reconocerlos y cómo mantenerlos a raya si te están causando estrés.

1. Sé perfecto

Este impulsor se basa en la creencia de que no puedes cometer errores. Eres muy exigente contigo mismo y los demás. Todo debe ser perfecto y tú lo debes hacer todo perfecto. Siendo solo tú mismo, no te mereces el amor y el aprecio de los demás.

Tiendes a dar más explicaciones de las necesarias y justificarte. Te adelantas a las crí­ticas. Las relaciones con perfeccionistas pueden estar marcadas por la falta de cercaní­a y por una sensación de subordinación. El perfeccionista lo sabe todo mejor, es crí­tico y puede hacer sentir al otro que no es suficiente. Las relaciones tienden a parecer un concurso de logros y de quién es mejor.

En el lado positivo está que gracias a tus creencias has desarrollado cualidades como la precisión y meticulosidad. En el lado negativo está el riesgo de no terminar los trabajos porque nunca están perfectos. O ni siquiera empezar algo por miedo a hacerlo menos que perfecto.

Cabe mencionar que también hay perfeccionistas que desean un mundo ideal. Como se han dado cuenta que es imposible, se han resignado a un comportamiento de ‘todo da igual’. Los cí­nicos suelen ser idealistas sin esperanza a los que afecta el mismo impulsor  del perfeccionismo.

Cómo desarmar el impulsor ‘sé perfecto’

Primero de todo sugiero que tu nuevo mantra sea: ‘Soy suficiente tal y como soy’. Recuerda que nadie es perfecto y que es una ilusión inalcanzable.

Luego presta atención a cada vez que el impulsor aparece. Pregúntate por qué sientes la necesidad de hacerlo perfecto en ese momento. Considera si es mejor que quede hecho y sentirte productivo.

Además, date conscientemente permiso a cometer errores.

Algunas ideas para permisos que darte pueden ser:
  • Puedo cometer errores y aprender de ellos.
  • El 90% también es suficiente.
  • Daré lo mejor y eso es suficiente.
  • Soy lo bastante bueno tal y como soy.
  • Soy encantador y me merezco aprecio tal y como soy.
  • El aprecio de los demás no depende de mi rendimiento.

2. Sé fuerte

Si te dejas llevar por este impulsor te resistes a mostrar tus sentimientos. No muestras dolor. También te cuesta pedir ayuda. Sientes que debes hacerlo todo solo. Crees que mostrar tus sentimientos es un signo de debilidad. Necesitar ayuda de otros es una señal de dependencia.

Sientes que tienes que hacerte el héroe. Rendirse sin luchar no es una opción. En el lado positivo te habrás convertido en una persona fuerte, autónoma y perseverante. Alguien que sabe luchar por lo que quiere a pesar de posibles obstáculos y que no se rinde a la primera.

En el lado negativo está que el impulsor ‘sé fuerte’ se puede convertir en una carga. Posiblemente temas no estar estable en situaciones con alta carga emocional. Te has creado una coraza para protegerte. Pero esa coraza te distancia de otros. Por eso no se satisface tu anhelo de sentirte acogido, protegido y cuidado.

Cómo desarmar el impulsor ‘sé fuerte’

Para reducir la carga y el estrés de este impulsor, primero date cuenta que mostrar emociones y sentimientos no es un signo de debilidad. En realidad requiere más fortaleza mostrarse vulnerable. Por otro lado recuerda que los humanos somos animales sociales y todo lo que se ha conseguido a lo largo de la historia a base de trabajo en equipo.

Sugiero que pruebes a pedir la ayuda de alguien al menos una vez a la semana con algo que podrí­as hacer solo. Además, observa cuando reprimes tus emociones. Prueba a prestarles atención plena, observando sin juzgar lo que sientes. ¿Qué te quiere decir esa emoción?

Algunas ideas de permisos que darte son:
  • Cuando muestro lo que siento soy fuerte.
  • Puedo confiar.
  • Puedo abrirme, mostrarme como soy y compartir mis deseos con otros.
  • Pedir ayuda no significa perder prestigio ni ser débil. De hecho, me merezco apoyo.
  • Puedo seguir defendiendo mis deseos y creencias con fuerza.
  • Puedo quitarme la coraza, aunque al principio me cause cierta incomodidad.

3. Esfuérzate

Este impulsor te empuja a siempre dar lo máximo. Crees que solo si haces el máximo esfuerzo, puedes hacer las cosas realmente bien. Crees que quien no se rinde puedo conseguir cualquier cosa. Pero también que el trabajo no puede ser divertido. Los logros alcanzados sin esfuerzo no tienen valor. De hecho, mides las cosas por el esfuerzo y no por el resultado.

En el lado positivo te has convertido en alguien persistente y perseverante. No tienes miedo al esfuerzo y empiezas los proyectos con energía. Trabajas con tesón, rigor y paciencia.

El riesgo está en que pierdes de vista el resultado. Como te concentras en el esfuerzo olvidas cosechar los logros. Te centras más en la cantidad que en la calidad. También olvidas gestionar tu tiempo. Das más importancia al estar ocupado esforzándote que a la productividad.

Cómo desarmar el impulsor ‘esfuérzate’

Si quieres mantener a raya este impulsor sugiero que tu nuevo mantra sea: ‘Work smart, not hard’. Es decir trabajar de forma más inteligente y productiva en vez de duro. Date permiso y busca la manera de divertirte con el trabajo. También procura buscar la manera más fácil, eficiente y eficaz de realizar las tareas.

Luego puede ser una buena idea hacer una lista con tus logros y con proyectos que has llevado a buen término. ¿Qué habilidades utilizaste para ello? Mantén la lista a mano para poder consultarla de vez en cuando, tanto para motivarte como para añadir nuevos logros.

A partir de ahora presta atención a tu progreso, a los objetivos y a los logros. Felicí­tate por ellos. Además, ponte objetivos realistas y metas parciales que puedas ir celebrando según los alcances. Asimismo pide ayuda de vez en cuando con alguna tarea que podrí­as realizar solo.

Sobre todo, recuérdate a menudo que puedes sentir ligereza y alegrí­a. Date permiso para disfrutar de lo que haces. Tal vez te venga bien visualizar qué significan alegrí­a y ligereza para ti. Luego busca una imagen que lo simbolice y colócala a la vista. O busca canciones que te transmitan esa sensación y guárdalas para poder escucharlas siempre que quieras.

Por último y no menos importante, tómate tiempo para descansos, para no hacer nada o hacer cosas que no te supongan esfuerzo pero te diviertan.

Algunas ideas para permisos que darte son:
  • Puedo disfrutar con el trabajo y hacérmelo más fácil.
  • Aunque sea fácil y divertido tiene valor.
  • Yo decido en qué poner mi esfuerzo.
  • Me puedo dejar ayudar.
  • Puedo disfrutar del progreso y de los logros. Con cada tarea completada aumenta mi satisfacción y serenidad.
  • Me merezco relajarme y descansar. No todo es trabajo y esfuerzo.

4. Date prisa

¿Estás siempre activo y ocupado? ¿Crees que no puedes parar y siempre debes seguir adelante? Entonces te afecta este impulsor. Crees que no puedes malgastar tu tiempo o te perderás cosas importantes. Sientes el impulso de hacer las cosas rápido.

Puede que les parezcas frenético y acelerado a otras personas. Por el otro lado, a ti te estresa cuando otros parecen lentos o parecen perder el tiempo.

En el lado positivo eres un trabajador que consigue abordar un alto volumen de trabajo. Demuestras cuántas cosas se pueden hacer si uno quiere y se lo propone.

En el lado negativo corres el riesgo de estar más ocupado que productivo. Se te olvida trabajar mejor en vez de trabajar más. Tampoco te tomas tiempo para procesar tus experiencias. Por eso olvidas extraer aprendizajes que te pueden ayudar a evitar errores y ayudar a hacer las cosas mejor la próxima vez.

También te puedes perder experiencias valiosas por tener la cabeza siempre en el futuro. Por estar pensando siempre en la siguiente cosa que hacer en vez de prestar atención y disfrutar lo que está pasando y estás haciendo ahora mismo.

En conversaciones quieres contar lo máximo posible en el menor tiempo posible. Tiendes a interrumpir a los demás y hablar de forma acelerada.

Por todo ello, puedes resultar estresante a los que te rodean por tu ritmo frenético.

Cómo desarmar el impulsor ‘date prisa’

Para mantener a raya este impulsor que te estresa y que estresa a otros hace falta encontrar el ritmo adecuado para tus actividades. También requiere buscar un equilibrio entre actividad y descanso.

Ser capaz de hacer mucho y hacerlo rápido está genial. Pero, por un lado procura hacer las cosas correctas. Es decir, prioriza y decide cuáles son las actividades y tareas importantes. Para ello, tómate tiempo para repaso y planificación. Y recuerda el principio de Pareto: el 20% de las actividades traen el 80% de los resultados.

Por otro lado, antes de acometer una tarea pregúntate cuál es el ritmo correcto para realizarla de forma diligente. Terminar una tarea demasiado rápido puede suponer una pérdida de tiempo a posteriori si requiere correcciones o arreglar meteduras de pata. Asimismo, cuando te sientas presionado por urgencias, tómate un momento para valorarlas.

Asimismo, entrena tu paciencia y aprende a prestar más atención al momento presente. Practica a realizar tus actividades con atención plena. Sugiero que pruebes a practicar la meditación, ejercicios de mindfulness, contemplación, ejercicios de respiración o yoga.

Además, procura tomarte descansos. Si hace falta resérvate tiempo para descansos en la agenda.

 En cuanto a tus relaciones con otras personas practica la escucha activa. En vez de preocuparte por todo lo que quieres contar, concéntrate en lo que tu interlocutor te transmite.

Algunas ideas para permisos que darte son:
  • Soy el dueño de mi tiempo.
  • Puedo decidir si y cuándo darme prisa.
  • Me puedo tomar el tiempo que necesito, sentir y seguir mi ritmo. Así­ le doy sentido a mi vida.
  • Puedo tomarme descansos.
  • No pasa nada por perderme ciertas cosas. Puedo confiar en estar en el momento justo en el sitio correcto.
  • Si presto más atención al presente descubriré cosas que antes se me pasaban por alto.
  • Resultaré más interesante a otras personas si les presto atención y les escucho con atención.
  • Cuando me sienta impaciente, me tomaré un momento para escuchar a mi cuerpo y respiración.

5. Sé complaciente

Si éste es tu impulsor siempre eres amable e intentas crear un ambiente de armoní­a. Pones el bienestar de los demás por delante del tuyo. Te importa más ser aceptado que defender tus propios intereses. Como quieres agradar a todo el mundo, te cuesta decir ‘no’.

Crees que para ser válido tienes que servir al bienestar de los demás. Que tú y tus derechos son menos importantes.

El lado positivo de este impulsor es que te has convertido en una persona atenta, compasiva, leal y altruista. Haces sentir importantes a los demás. Eres una persona empática que sabe detectar las necesidades de los demás. Además sabes adaptarte.

El problema es que probablemente te sueles olvidar de ti mismo. No concedes suficiente importancia a ti mismo, a tu bienestar y a tus derechos. Te has acostumbrado tanto a adaptarte que el desarrollo de tu identidad se puede haber quedado corto. No te atreves a expresar tus derechos, opiniones y necesidades. Por eso, probablemente haya personas que se aprovechen de tu buena voluntad.

Cómo desarmar el impulsor ‘sé complaciente

Preocuparte constantemente por los demás e intentar evitar todo tipo de conflictos es estresante. Desarmar este impulsor que te estresa requiere ante todo darte cuenta de que eres importante y válido. Eres la persona más importante en tu vida. Si tú te sientes bien lo transmitirás a tu alrededor.

Por tanto, es clave que trabajes tu amor propio, autoestima, autoconfianza y autoaceptación. Podrí­a ser una buena idea hacer una lista de todas tus cualidades, fortalezas y logros. Piensa qué te hace especial. ¿Cuáles son tus intereses y pasiones? ¿Qué te gusta hacer pero no haces por estar demasiado ocupado complaciendo a los demás? ¿Qué podrí­as hacer para cuidarte más?

También es importante que recuerdes tus derechos asertivos y entrenes tu asertividad. Es decir que practiques a expresar tu opinión y tus necesidades. Presta también atención a cómo te expresas. ¿Sueles debilitar lo que opinas? Tal vez digas cosas como:

  • ‘Tal vez me equivoque pero pienso que…’
  • ‘¿No deberí­amos hacer esto hoy?’ en vez de ‘Me gustarí­a hacer esto hoy’.

Practica a expresar de forma directa lo que piensas y quieres.

Por último, detente varias veces a lo largo del dí­a y pregúntate: ‘Si solo dependiese de mí­ ¿también lo harí­a?’. Si no es el caso, ¿por qué lo haces? ¿Qué aporta?

Este ejercicio te ayudará a aprender a priorizar y encontrar el equilibrio entre los intereses de los demás y los tuyos.

Algunas ideas para permisos que darte son:
  • Puedo tomar mis necesidades y opiniones en serio.
  • Aunque al principio me haga sentir incómodo, puedo expresar lo que necesito. Otros también lo hacen.
  • Considerarme a mí­ mismo y mi bienestar una prioridad no es egoí­sta.
  • Puedo cuidar a otros sin descuidarme a mí­ mismo. Si yo estoy bien afectará positivamente a los demás.
  • No tengo que gustar a todos. Hay suficientes personas que me aprecian.
  • Podré sobrellevarlo si alguien está descontento conmigo.
  • No tengo que estar de acuerdo con todo. Aunque me haga sentir incómodo, los conflictos a veces son inevitables.
  • Para decir ‘sí’ de corazón también hace falta saber decir ‘no’.

¿Cuáles de los impulsores te causan estrés?

¿En cuál o cuáles de los impulsores te has reconocido? ¿Cuál crees que es el origen y el propósito de este impulsor? ¿Qué vas a hacer para quedarte con la parte positiva del impulsor pero para desarmar la parte negativa?

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